La resiliencia es el bambú que se pliega por la fuerza del viento sin romperse y, cuando las condiciones adversas cesan, se yergue seguro para seguir creciendo.

La manera como el bambú hace frente a los obstáculos parece sencilla, sin embargo, no desistir ante las dificultades, esperar mejores circunstancias, aprovechar cada acontecimiento como una oportunidad en nuestro benéfico, es un proceso que requiere paciencia y confianza.

Como Confiar con Paciencia

Confianza para tener la certeza en que la situación mejorará y paciencia para esperar sin prisas, disfrutando el momento, aprovechando cada instante para observarme a mí y a mi alrededor. Porque esa observación me muestra las herramientas para avanzar hacia un nuevo destino, porque esa paciencia me ayuda a mirar detenidamente que hay en el entorno que pueda ser de mi utilidad.

Recuerda otras épocas donde todo iba mal, cuando parecía que nunca ibas a salir de ese caos; estabas enferma, el trabajo no salía, tu pareja y amigos estaban enfadados contigo… Pero todo eso pasó, saliste de ahí y en la distancia se ve con más claridad y orden. Todo adquiere sentido con el tiempo y llegas al lugar donde tienes que estar.

Igual que esperamos a que se enfríe la olla a presión antes de abrirla y comemos despacio para no atragantarnos, es necesario aprender a esperar el momento adecuado antes dar un paso, observar en qué dirección encaminarnos antes de movernos.

Escucha a tus Pensamientos

Una mente paciente y confiada crea pensamientos positivos y utiliza los pensamientos negativos para generar soluciones.

Para conseguir una meta, primero tenemos que saber que queremos y sentirnos merecedoras de aquello que anhelamos. Imaginarnos nuestro trabajo ideal, nuestros estudios, nuestra casa, familia y amigos. Dibujar en nuestra mente con todo detalle y a todo color aquello que deseamos. Confiar en que sucederá de la manera más beneficiosa para nosotras y, si no sucede, algo diferente nos espera, algo que se acerca más a nuestras necesidades.

Sin embargo, a todas nos surgen pensamientos negativos en algún momento y está bien tenerlos en cuenta. Hay momentos en los que no tenemos dinero, tiempo, apoyos, y hay muchos obstáculos que nos frenan. Analizando cada situación, aceptando la realidad y siendo conscientes de las herramientas que poseemos, desarrollaremos las habilidades necesarias. Siendo honestas con nosotras para buscar ayuda y utilizando nuestras herramientas de la manera más apropiada conseguiremos atravesar cualquier terreno.

Cuando estamos enfermas no es útil pensar que estamos sana. Si no tenemos recursos materiales no es práctico pensar que aparecerán sin que hagamos nada. Admitir las dificultades que surgen en el recorrido hacia nuestros objetivos nos ayuda a solucionarlas cuando aún son manejables.

Antes de que tu enfermedad empeore, el reposo te ayudara a recuperarte. Antes de perder recursos está bien analizar la situación, determinar cómo invertirlos, como conservarlos, como incrementarlos.

Aceptar una situación no es resignación. Aceptar que estás enferma es necesario para buscar la cura sin resignarnos al malestar. Aceptar que necesitamos ayuda es útil para lograr nuestra meta sin resignarnos a desistir.

Autoconcepto

Esa capacidad de persistencia, paciencia, confianza y de utilizar los pensamientos positivos y negativos sin renunciar parece algo innato en algunas personas, pero es una habilidad que se aprende y desarrolla a lo largo de la vida.

Cada una de nosotras ha nacido en una familia con un ambiente y unas circunstancias. Unas tienen muchos hermanos, otras ninguno. Unas son las mayores, otras las pequeñas, unas tienen una familia muy grande otras muy pequeña. Nuestras circunstancias junto a la propia capacidad de cada una es la responsable de como enfrentamos y solventamos la adversidad.

El autoconcepto es la percepción que tenemos de nosotras; Nos vemos valiosas, fuertes, resolutivas… Y ese autoconcepto se forma en los primeros años de vida. Nos formamos la imagen de nosotras en función de cómo nos traten los otros; padres, cuidadores, familia. Así, si nos dicen que somos listas, emprendedoras, imaginativas… Será más fácil que confiemos en nosotras cuando vamos a realizar una acción.

Igualmente, si desde pequeñas hemos tenido un ambiente rico en oportunidades, con muchas experiencias y libertad para expresarnos, será más fácil que encontremos una salido utilizando las experiencias pasadas como pistas para emprender nuevos proyectos.

En los primeros años de vida, aumentan las uniones entre las neuronas en el cerebro, y cuantas más experiencias tengamos, mayor será el número de conexiones. Después, en la adolescencia, llega la poda sináptica, se eliminan conexiones que no se utilizan y se fortalecen las más necesarias. De esta manera el cerebro va desarrollando la capacidad de pensar, sentir y actuar eficientemente. Sin embargo, gracias a la plasticidad del cerebro, después de la adolescencia seguimos creando tanto conexiones neuronales como neuronas. Este proceso es importante para adaptarnos al medio cambiante en el que vivimos y para desarrollar la resiliencia que deseamos y todos podemos llegar a alcanzar.

Desarrolla tu Resiliencia

Vuelve a ser una niña, vuelve a ser adolescente, busca un ambiente de confianza, sin prisas, donde puedas ser tu misma, donde puedas desarrollar la imaginación, la creatividad y experimentar. Donde las personas que te rodean creen en ti, te apoyan y animan.

Recupera el entusiasmo de tu Niña Interior y empieza a creer que mereces lo que quieres, que eres capaz de conseguir lo que te propongas.

Disfruta con paciencia practicando un deporte, leyendo un libro, observando un paisaje. Rescata de tu memoria cada logo que has alcanzado hasta hoy.

Transforma tus pensamientos negativos en datos útiles para seguir avanzando en el conocimiento de tu interior y cada uno de tus pensamientos positivos en aprendizajes para aumentar tu auto confianza.

Y si necesitas ayuda, está bien pedirla para aprender una forma diferente de moverte en el mundo. Igual que una niña desarrolla un apego seguro sintiéndose segura, cuidada y querida por su madre, en la relación con tu terapeuta se crea el ambiente de confianza y aceptación necesario para desarrollar ese apego seguro. Aprendes a confiar en ti sintiendo la confianza que tu terapeuta tiene en ti. Crees en ti viendo la imagen que tu terapeuta proyecta sobre ti. Y te aceptas incondicionalmente a través del amor incondicional que tu terapeuta siente hacia ti. Cuando te aceptas, te quieres y confías en ti, surge la resiliencia capaz de llevarte a vivir la vida que quieres vivir.

Paloma Rodríguez Sánchez, PhD

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