Los sentimientos de vergüenza y culpa son de los más molestos e incomprensibles que sentimos. No entendemos que función tienen, para que sirven, y no queremos tenerlos.

Son molestos porque nos impiden hacer lo que deseamos y surgen cuando menos lo esperamos.

No queremos sentir vergüenza y nos culpabizamos por sentirla.

No queremos sentir culpa y nos avergonzamos de sentirla.

Son sentimientos que están en un equilibrio dinámico sin llevarnos a puerto seguro.

Estaría bien quedarnos entre la vergüenza y la culpa, en el punto medio donde nos sentimos seguras. Seguras de hacer y satisfechas de Ser. Cada momento tiene unas circunstancias y tenemos unos conocimientos que nos llevan a vivir la realidad de una determinada manera.

Culpa             Vergüenza

La Vergüenza: El llanto de tu Niña Interior

La vergüenza nos hace sentir no merecedores de ser queridas.

Los demás no me quieren porque he hecho algo que no debía. Van a quitarme su atención porque no merezco ser querida, no valgo lo suficiente.

Alguien cercano, un amigo, un familiar, una persona de mi ciudad, de mi país se comporta diferente y a mí no me gusta y siento vergüenza. Quien le vea u oigan pensará que yo soy como ellos.

Si mi tía canta en la calle, mi madre baila en un restaurante o mi hermana grita, yo siento vergüenza. No quiero llamar la atención, no quiero que se fijen en mí. Me expongo a que me valoren y eso no me gusta. Me van a menospreciar porque soy diferente, porque no hago las cosas como ellos.

Me da vergüenza hablar en público, exponer mi opinión, vestir diferente. Hacer supone exponerte a un juicio y cuando te juzgan, siempre hay a quien no le gustas.

También me da vergüenza que me comparen, ser un ejemplo a seguir. Porque, aunque te admiren, te quieran y les gustes, es una situación que te expone a que te rechacen los que se quedan detrás, los que pierden la mirada que ahora se fija en ti.

Pero quien tiene miedo a ser rechazada es la Niña Interior que vive dentro de ti. En algún momento alguien se rio de ella, la regañaron por ser diferente, por hacer las cosas a su manera, a su estilo, a su ritmo.

Sin embargo, yo soy la que me está valorando según las reglas que yo imagino que tienen los demás. Según lo que esa niña percibió de sus adultos, de las miradas y gestos, de sus palabras de ánimo o de rechazo. Esas sensaciones de la Niña siguen vivas dentro de ti y te aíslan del mundo donde vives ahora. La vida que te rodea y abraza necesita tu autenticidad.

Tu eres especial, única. Tu forma de Ser está bien, tu manera de sentir, pensar y expresarse es perfecta y merece existir libremente, aunque no a todos les guste.

La Culpa: La exigencia de tu Padre Interior

Siento culpa por no hacer lo que debía, por hacerlo mal. Mi autoexigencia es tan grande como mi indecisión. Mi desconocimiento acerca de cómo actuar, de cómo ser, se transforma en culpa y todo tiene sentido.

Alguien en mi cabeza me dice como tienen que ser las cosas, si no las hago así, no me van a querer. Alguien en mi interior nunca está conforme con mis decisiones, mis comportamientos, mis opiniones.

Me dedico tiempo a mí y me siento culpable, me divierto, doy mi opinión y me siento culpable. Mis padres me dicen que sea seria, mis jefes que trabaje, mis vecinos que sea silenciosa… Es una manera sencilla de explicar porque mis padres, jefes o vecinos se enfadan conmigo. Si yo he hecho algo mal, puedo remediarlo. Si los responsables son los otros yo no puedo hacer nada y me quedo desamparada. Su aprobación no llega. Mejor sentirme culpable y hacer algo para remediarlo, para recuperar su atención y aceptación.

Los otros me hablan mal, me infravaloran porque no me comporto como ellos quieren. Soy culpable de no hacer lo que ellos quieren, lo que ellos necesitan. Soy culpable de mirarlos a ellos y olvidarme de mi.

Tu Madre Interna es quien te exige. Dentro de nosotras vive una Madre Crítica que necesita que todo esté bien, es lo que aprendimos siendo pequeñas. Es lo que entendimos siendo niñas; Nuestros padres nos quieren si nos portamos bien, si obedecemos. Pero ya somos adultas y está bien tomar nuestras propias decisiones, contentarnos a nosotras y cultivar nuestra Madre Interior Nutricia. Una Madre que nos comprende y apoya. Nos cuida, mima y celebrar cada paso que damos.

Siempre es posible hacerlo diferente. Siempre que, previamente a actuar, conozcamos el resultado. Pero, sin conocer las consecuencias solo podemos hacer lo que hicimos. Con los conocimientos que teníamos, las sensaciones y herramientas de que disponíamos, lo que hicimos está bien. Hicimos lo que en ese momento creímos que era lo mejor, lo que sabíamos y lo único que podíamos hacer.

El Adulto: Disfrutar el Momento Presente

La vergüenza es el sentimiento que mira al futuro; Van a pensar de mí….

La culpa mira al pasado; Debía de haber hecho….

El Adulto es la persona que se se sitúa en el presente, se responsabiliza de su vida y decide cada día como quiere vivirlo.

Siendo Adultas vivimos el presente y aceptamos que hay personas a las no les gustamos. Los acontecimientos pasados son un aprendizaje para el hoy. Todo lo que hemos vivido nos ha enseñado algo. Nuestro pasado nos ha traído a nuestro presente. Ahora es el momento de vivir sin exigencias ni expectativas ajenas. Escúchate a ti, sólo a ti y descubre la persona excepcional que habita en tu corazón.

Todas mis vivencias pasadas, todos mis logros y fracasos, mis decisiones y decepciones son parte de mi vida y todos me aportan sabiduría y experiencias y son bien recibidos.

Sin embargo, es difícil entender que los fracasos aportan algún beneficio y la frustración es sana. Cuando aprendiste a andar te caíste varias veces, cuando aprendiste a hablar, a leer y escribir te enfrentaste a numerosas frustraciones y lo conseguiste. Gracias a tus caídas descubriste como sostenerte y tus errores te mostraron el camino.

Avanza en tu vida con seguridad, sin vergüenza por las críticas de otros, sin culpa por lo que hiciste o dejaste hacer. Feliz por los dones que te obsequia la vida cada día.

Paloma Rodríguez Sánchez, PhD

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