La intuición es el conocimiento que no sabemos que tenemos, nuestro sexto sentido, las corazonadas. Pero este sexto sentido tiene base lógica. Desde que nacemos, aprendemos a movernos en el entorno que nos rodea, a interpretar las señales. Si el semáforo está rojo paramos y si esta verde pasamos. Si el columpio suena raro o se mueve diferente, mejor no montarnos porque puede ser peligroso. Y así infinidad de situaciones nos dan una guía de como movernos en nuestro mundo. Son tantas las señales que vemos y asimilamos que, de la mayoría, no somos conscientes. Leemos carteles en la calle, escuchamos noticias en la radio, oímos hablar a personas de nuestro alrededor y, sin darnos cuenta, una gran cantidad de información se va almacenando en nuestro cerebro mientras que realizamos nuestras rutinas diarias.

Este conocimiento que aprendemos a lo largo de nuestra vida lo unimos al conocimiento innato con el que nacemos, el instinto. Para así ser más eficaces cuando tomamos una decisión.

Instinto: Lo que sabemos sin haberlo aprendido

El instinto es el conocimiento que nos ayuda a sobrevivir sin tener que aprenderlo. Cuando nacemos buscamos el pecho de nuestra madre para mamar y lloramos para reclamar atención. Si tenemos hambre o sed, buscamos comida o bebida sin pensar antes cual es la sensación que percibimos y que hacer para calmarla.

Parte del instinto es la interocepción, la percepción de nuestros órganos y tejidos. Cuando tenemos miedo se acelera el corazón y somos conscientes de esa sensación. Igualmente somos conscientes y sentimos el tubo digestivo y los pulmones, la piel, los ojos y la respiración. Al sentir nuestros órganos interpretamos el entorno en el que estamos. El olor nos indica de algún toxico y la respiración dificultosa, de la falta de oxígeno.

La percepción del dolor, la nocicepción, también nos ayuda a detectar cambios importantes en nuestro cuerpo para hacer los reajustes necesarios y mantener el equilibrio interno necesario para la vida. Cuando una parte del cuerpo nos duele, llama la atención sobre esa zona y así ponemos solución antes de que sea grave; antes de que una heride desarrolle una infección mortal, antes de que una rotura mal soldada nos incapacite para movernos.

Además, las emociones, también nos alertan de los posibles peligros, al igual que nos indican los lugares seguros. El asco nos avisa de un producto dañino, venenoso, el miedo de un peligro y la sonrisa de un sitio amigo, siempre que sea una sonrisa genuina. Igualmente, también diferenciamos las sonrisas genuinas de las falsas.

Todo este conocimiento innato que forma el instinto, la conciencia de nuestras necesidades internas y externas, la percepción de nuestros órganos y la escucha de nuestras emociones, es necesario para sobrevivir. Pero según vamos creciendo, nos desvinculamos de nosotros con normas y obligaciones. Comemos cuando tenemos tiempo y lo que podemos, tenemos horarios y prisas que hacen que estemos más atentos al tictac del reloj que al latir de nuestro corazón. Así aparecen las enfermedades, para devolver la atención hacia nosotros, la persona a la debemos cuidar y atender porque es donde habitamos. Entonces surge la intuición, una voz interna que nos dice lo que está bien para nosotros y lo que está mal. Un sistema de alarma interno que nos anticipa un error o peligro en una situación determinada.

Intuición: Lo que no sabemos que sabemos

¿Cuántas veces hemos tenido la necesidad de hacer algo o no hacerlo? De decir, de impedir… Hay una sensación interna que nos indica que está bien lo que pensamos, pero al no tener una base conocida consciente, la rechazamos. Sin embargo, después nos damos cuenta de que teníamos razón. ¡Es la intuición!

La intuición es la unión de lo que sabemos sin ser conscientes de ello y el instinto; lo que sabemos sin haberlo aprendido.

Una persona que no tiene miedo a volar, un día decide que no quiere coger un vuelo concreto porque cree que es peligroso y no sabe por qué. Puede que haya leído noticias que alerta de una gran tormenta, que estando en el aeropuerto, hayo oído hablar a las azafatas del nuevo piloto inexperto, o a técnicos de algún problema en el avión, señales que le hacen pensar que no es seguro ese avión. Sin embargo, no recuerda nada de eso, pero su mente subconsciente lo sabe y le alerta. También siente que su corazón se acelera y le falta el aire, lo que le indica que hay peligro. Tampoco sabe que peligro, pero su cuerpo le avisa que volar ese día no es seguro.

De he hecho, se ha visto que hay una zona en el cerebro, el cortex cingular anterior, que se activa justo antes de decidir entre varias opciones. Igualmente, esta área en capaz de aprender y reconocer cuando vamos a cometer un error, evitando así una decisión incorrecta. Confiado en tu intuición y conectando con tu instinto puedes ver más allá de lo que tu mente lógica imagina. Sin embargo, según crecemos, vamos apagando el interruptor de alarma interna para dar paso a las necesidades inmediatas, las rutinas, hábitos y costumbres aprendidas en un tiempo, Un tiempo en el que, posiblemente, eran necesarias, pero ahora nos impiden vivir de manera saludable. Ahora cometemos errores que sabemos que escuchándonos no se habrían producido.

Confía en tu Intuición

La intuición también sirve para tener una vida más tranquila y relajada. Sabiendo que tenemos un guardián interno que conoce lo mejor para cada una de nosotras, podemos confiar en el presente y olvidar la ansiedad de cometer un error. Sin embargo, no siempre es posible saber si hemos tomado la decisión correcta y también está bien equivocarnos porque son aprendizajes para nuestra intuición.

Para descubrir el poder de tu intuición te animo a jugar un juego de mesa que practiques habitualmente y te dejes de llevar por lo primero que te surja, sin analizar. Así descubrirás si estás conectada con tu intuición, si te ayuda o te impide encontrar la solución, la respuesta más adecuada.

Y para comunicarte con tu interior, para conectar con tu intuición y desarrollarla cada día un poco más te propongo:

La Meditación te ayuda a observar tus pensamientos sin juicio, a observarte y descubrirte. También aprendes a sentir tu piel y órganos, a escuchar tu respiración, tu corazón, tu interior. Sintiendo tus emociones y sensaciones descubre como se comunica tu cuerpo contigo, tu lenguaje íntimo

El Yoga te descubre tu cuerpo, en cada asana mueves un músculo, masajeas un órgano y te haces consciente de las partes que componente ser. Aprendes a identificar como te encuentras cada día; fuerte, débil, cansada, activa para interpretar las señales que tus órganos te envían. Así descubres que cada día es diferente, cada día tienes unas necesidades, al igual que cada día el medio en el que te mueves es diferente.

Los Pensamientos Positivos son una buena práctica para confiar en ti. Si confías en que algo bueno va a sucederte, tu crearás las condiciones para que ocurran y desarrollarás las herramientas necesarias.

En Terapia aprendes a escucharte; con un vínculo seguro, en un ambiente de aceptación, confianza y protección, descubres los mensajes que tu cuerpo y mente te envían. Lográs relacionarte contigo misma de una manera más amable y amorosa. Vuelves a confiar, como cuando empezaste a andar, hablar, leer y tantos logros que has conseguido a lo largo de tu vida. Vuelves a plantearte objetivos y sabes que los alcanzarás.

Paloma Rodríguez Sánchez, PhD

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